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Aida Fàbrega

Acogerse a la búsqueda de evitación del sufrimiento resulta destructivo

La experiencia de sufrimiento ha sido históricamente aceptada como parte intrínseca de la vida en múltiples ámbitos del ser humano. Aun así, se propicia una búsqueda constante de la felicidad, dando lugar paradójicamente a un mayor sufrimiento.


Lo que solemos hacer ante el sufrimiento tiene como misión acabar con este malestar y con las emociones negativas que genera. La humanidad parece estar comprometida con un afán natural para superar el sufrimiento y evadirse de cualquier inconveniencia de la vida, buscando permanentemente un mayor bienestar. El ser humano, aspirando a no sufrir nunca por nada, ha acabado propiciando sufrir más y por más cosas.


A pesar de que el sufrimiento es una condición "sine qua non" de la humanidad, estamos continuamente intentando alejarlo de nuestra vida. Si preguntamos por lo que se espera de la vida, es muy probable que un importante número de respuestas incluya el deseo de sentirse bien y ser feliz, evitando cualquier tipo de sufrimiento e incomodidad. Así pues, buscamos:

  • Sentirnos queridos, pero sin sentirnos mal en el proceso.

  • Tener las ideas claras sin tener dudas.

  • Estar motivados para querer hacer las cosas.

  • Pensar en positivo de uno mismo y de la vida.


De este modo, al surgir el dolor, las inevitables dudas, los pensamientos negativos, las inseguridades en uno mismo, la sensación de no ser querido o de no tener éxito, se sufre. Todo esto se convierte en objetivo prioritario de evitación que, según lo que uno valore, puede llegar a ser destructivo.


En este sentido, se ponen en práctica multiples intentos de solución que ayudan temporalmente a las personas. Nuestro entorno fomenta una vida sin complicaciones, buscando el placer immediato, sin tensión, sin sufrimiento ni esfuerzo. Por eso, cuando sentimos malestar, sentimos que nos encontramos ante un impedimiento para hacer lo que uno quiere y debe hacer. Así es como las personas acabamos prisioneras de las experiencias privadas e insensibles a las contingencias naturales.


Por todo esto, acogerse a la búsqueda de la evitación del sufrimiento como única finalidad en la vida es una elección restrictiva que puede resultar destructiva.

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