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Ansiedad en niños

Foto del escritor: Aida FàbregaAida Fàbrega

La salud emocional de los niños es un aspecto esencial de su desarrollo y bienestar integral. Comprender las señales que indican posibles dificultades emocionales, como la ansiedad, y promover un entorno donde puedan desarrollar una autoestima fuerte y positiva, son pasos fundamentales para su crecimiento. Con paciencia y estrategias efectivas, podemos ayudar a los más pequeños a superar desafíos emocionales y a construir una base sólida para su futuro.


La ansiedad es una respuesta natural del cuerpo ante situaciones que percibimos como desafiantes o amenazantes. Sin embargo, cuando estas sensaciones se intensifican y afectan la vida diaria de un niño, es crucial prestar atención. En los niños, la ansiedad puede manifestarse de maneras menos evidentes que en los adultos, lo que a menudo complica su detección.


Por ejemplo, un niño ansioso puede presentar cambios en su comportamiento. Puede volverse más irritable, tener estallidos emocionales ante situaciones pequeñas o, por el contrario, mostrarse retraído y evitar socializar. Estas señales, aunque sutiles, son indicativos de que algo está afectando su bienestar emocional.


Las dificultades en la escuela también son una señal frecuente. Un niño que antes tenía un buen desempeño académico podría empezar a mostrar problemas de concentración, falta de interés en las tareas escolares o incluso un rechazo a asistir a clases. Estas dificultades no siempre están relacionadas con la capacidad intelectual, sino que pueden ser un reflejo de sus emociones internas.


Otro indicio importante son los miedos y preocupaciones desproporcionadas. Esto puede incluir temores excesivos a separarse de los padres, a situaciones sociales o incluso a actividades cotidianas. A veces, la ansiedad también se manifiesta a través de regresiones en habilidades que ya habían sido adquiridas, como mojar la cama, hablar con voz infantil o buscar consuelo en hábitos previos, como chuparse el dedo.


Además, no es raro que los niños expresen su ansiedad a través de síntomas físicos. Dolor de estómago, dolores de cabeza recurrentes o náuseas sin una causa médica clara pueden ser manifestaciones de un malestar emocional. Los niños, al no tener siempre las palabras para expresar sus preocupaciones, suelen utilizar su cuerpo como un canal de comunicación.


Por último, la búsqueda constante de cercanía con sus padres o cuidadores es una señal que no debe pasarse por alto. Si un niño necesita repetidas veces asegurarse de que “todo estará bien” o busca estar físicamente cerca de un adulto, podría estar buscando la seguridad que le falta frente a sus temores internos.


Si sospechas que tu hijo tiene ansiedad, es fundamental actuar con sensibilidad. El primer paso es generar un espacio seguro para que pueda expresar lo que siente. Haz preguntas abiertas y escucha con atención, evitando minimizar sus preocupaciones. Para ellos, lo que están viviendo es tan real como cualquier situación desafiante para un adulto.


Establecer rutinas claras y predecibles también puede ser muy beneficioso. Las estructuras diarias brindan una sensación de control y seguridad que ayuda a los niños a manejar mejor la incertidumbre y los cambios.


Sin embargo, si las señales de ansiedad persisten o interfieren significativamente con su bienestar, buscar apoyo profesional puede ser esencial. Los psicólogos infantiles cuentan con herramientas específicas para ayudar tanto a los niños como a sus familias a comprender y manejar la ansiedad de manera efectiva.


La autoestima es un pilar crucial en el desarrollo de cualquier niño. Una autoestima saludable no solo les ayuda a sentirse valiosos, sino que también les proporciona la confianza necesaria para enfrentar desafíos, aprender de los errores y construir relaciones positivas.


Para fortalecer la autoestima de un niño, es importante valorar no solo sus logros, sino también el esfuerzo que pone en cada tarea. Este enfoque les enseña que el proceso es tan importante como el resultado, y que cada paso, incluso los errores, es una oportunidad para aprender.


Permitirles tomar pequeñas decisiones diarias también es clave. Elegir su ropa, decidir qué juego jugar o participar en elecciones simples les ayuda a desarrollar un sentido de autonomía y confianza en su propio criterio. Esto refuerza la idea de que sus opiniones importan y que son capaces de tomar decisiones por sí mismos.


Escuchar activamente lo que tienen que decir es otra forma poderosa de fortalecer su autoestima. Cuando les damos tiempo y atención para expresar sus pensamientos y emociones, les estamos transmitiendo el mensaje de que sus sentimientos son válidos y que tienen un lugar importante en nuestras vidas.


Un aspecto fundamental es enseñarles a ver los errores como parte natural del aprendizaje. Cuando un niño se equivoca, en lugar de enfocarnos en lo negativo, podemos alentarlo a reflexionar sobre lo que puede mejorar. Este enfoque fomenta una mentalidad de crecimiento, ayudándolos a desarrollar resiliencia y a enfrentar los desafíos con una actitud positiva.


Por último, el ejemplo que damos como adultos tiene un impacto profundo en la autoestima de los niños. Si mostramos respeto hacia nosotros mismos y nos tratamos con cariño, ellos aprenderán a hacer lo mismo consigo mismos. El amor propio se aprende observando, y nuestras acciones cotidianas son una lección constante para ellos.


Reconocer y abordar la ansiedad en los niños, así como fomentar una autoestima saludable, son pasos esenciales para ayudarlos a crecer con confianza y equilibrio. Estas acciones no solo les benefician en el presente, sino que también les brindan herramientas valiosas para enfrentar los desafíos de la vida adulta. Con paciencia, escucha y pequeñas acciones diarias, podemos marcar una diferencia significativa en su desarrollo emocional. Los niños necesitan saber que tienen un entorno seguro donde son valorados y apoyados, incluso en los momentos más difíciles.

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